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La AIE pide a España que aumente los impuestos a los combustibles fósiles

La Agencia Internacional de la Energía (AIE) considera que España tendría que aumentar los impuestos que gravan los combustibles fósiles para que los consumidores finales paguen los costes reales de las emisiones contaminantes y de esa forma las renovables y la electrificación puedan ser más competitivas.

En un informe sobre España publicado este miércoles, la AIE insiste en que España tiene que reforzar sus interconexiones con Francia y prestar atención a las centrales eléctricas de ciclo combinado, que se alimentan de gas, para que no cierren, porque van a ser fundamentales durante la transición mientras desaparece el carbón y las nucleares.

Su director general, Fatih Birol, destaca que «España tiene grandes recursos de energías renovables que pueden dirigir la transformación de su sistema energético y ayudar a realizar sus objetivos ambiciosos», en particular la neutralidad en las emisiones de carbono para 2050.

Birol pone el acento en que las bases para esa transformación se tienen que sentar esta década y en que los planes de recuperación económica, incluyendo los fondos europeos que debe recibir, ofrecen «una importante oportunidad» para estos tres próximos años.

Los autores del estudio constatan un «considerable progreso» en la descarbonización del sector eléctrico, en el que las renovables han incrementado su cuota del 33 % en 2010 al 44 % en 2020.

También se felicitan de que se haya resuelto el problema que se venía arrastrando con el déficit de tarifa (que era uno de los puntos negros señalados en el último informe, en 2015), lo que ha permitido que las inversiones volvieran a crecer en 2019.

FUERTE DEPENDENCIA DE LOS COMBUSTIBLES FÓSILES

Pero el problema es que el sistema energético español sigue fuertemente dominado por los combustibles fósiles, en particular en el transporte, la industria y los edificios, donde se está lejos de las metas de renovables y de descarbonización.

Ese dominio de los combustibles fósiles tiene como consecuencia añadida el elevado grado de dependencia energética que tiene España del exterior, un 73 % del total.

Para que la electricidad -donde las renovables van a ser dominantes- pueda ser más competitiva frente a los combustibles fósiles y se pueda extender su uso a nuevos sectores, la agencia apuesta por cambios en la fiscalidad y por gravar las emisiones de dióxido de carbono (CO2), el principal gas de efecto invernadero.

EVITAR QUE CIERREN LAS CENTRALES DE GAS

También pone el acento, por paradójico que pueda parecer, en que hay que evitar que cierren las centrales de ciclo combinado que queman gas (combustible fósil, aunque menos contaminante que el carbón o el petróleo), que suponen un tercio, porque tienen un carácter «crucial» durante la transición.

La razón es que conforme desaparezcan las centrales de carbón (que ya suponen menos del 5 %) y las nucleares (está previsto que a finales de la próxima década cierren cuatro de las siete centrales, que en 2019 aportaron un 22 %), el gas será uno de los principales cojines de flexibilidad para lidiar con la intermitencia de las renovables, que deberían elevar su cuota al 74 % en 2030.

Para que esas centrales de ciclo combinado sigan en funcionamiento, las empresas propietarias quieren un nivel de rentabilidad que no se alcanza sin un sistema de remuneración específico si el sistema eléctrico no las utiliza un número suficiente de horas.

UNAS INTERCONEXIONES INSUFICIENTES

Otro instrumento «crítico» para garantizar el aprovisionamiento, que ofrece flexibilidad para afrontar la intermitencia de las renovables, son las interconexiones eléctricas.

Los proyectos de líneas con Portugal progresan, como recuerda la AIE, pero no con Francia, que son los que tienen mayor potencial, y que ya en el pasado sufrieron fuertes retrasos (la línea Baixas-Santa Llogaia, por Cataluña) o incluso fueron abandonados (la línea por el valle de Gistaín, en Aragón).

Todo eso contribuyó a que no se llegara a lograr el objetivo de un 10 % de capacidad de intercambio con Francia en 2020, fijado por la Unión Europea, y la agencia tampoco acaba de ver que se vaya a cumplir con el 15 % para 2030.

Para aumentar como se ha programado la cuota de renovables y desarrollar el almacenamiento, los responsables del estudio avisan de que es esencial un marco estable de remuneración. A su parecer, los mecanismos de subasta actualizados «son un paso en la dirección correcta» y la disponibilidad de inversiones parece encaminada.

Un paso que se podría completar con la difusión oportuna en plazos razonables de los calendarios y los términos de las subastas para ofrecer más claridad a los inversores.

Fuente: El Periódico de la Energía